sábado, 11 de mayo de 2013
sábado, 19 de mayo de 2012
LAMENTACIONES. CAPÍTULO 5.
51Recuerda, Señor, lo que nos ha pasado;
mira y fíjate en nuestras afrentas.
2Nuestra heredad ha pasado a los bárbaros;
nuestras casas, a extranjeros;
mira y fíjate en nuestras afrentas.
2Nuestra heredad ha pasado a los bárbaros;
nuestras casas, a extranjeros;
3hemos quedado huérfanos
de padre
y nuestras madres han
quedado viudas.
4Tenemos que comprar el agua que bebemos
y pagar la leña que nos llevamos.
4Tenemos que comprar el agua que bebemos
y pagar la leña que nos llevamos.
5Nos empujan con un yugo
al cuello,
nos fatigan sin darnos
descanso.
6Hemos pactado con Egipto y Asiria
6Hemos pactado con Egipto y Asiria
para saciamos de pan.
7Nuestros padres
pecaron, y ya no viven,
y nosotros cargamos con sus culpas.
8Unos esclavos nos han sometido
y nosotros cargamos con sus culpas.
8Unos esclavos nos han sometido
y nadie nos libra de
su poder.
9 Arriesgamos la vida
por el pan,
pues la espada amenaza
en descampado.
10Nuestra piel quema
como un horno,
torturada por el hambre.
torturada por el hambre.
11Violaron a las mujeres
en Sión
y a las doncellas en
los pueblos de Judá;
12con sus manos colgaron a los príncipes,
12con sus manos colgaron a los príncipes,
sin respetar a los ancianos;
13forzaron a los
jóvenes a mover el molino,
y los muchachos sucumbían
bajo cargas de leña.
14Los ancianos ya no se sientan a la puerta,
14Los ancianos ya no se sientan a la puerta,
los jóvenes ya no cantan;
15ha cesado el gozo
del corazón,
las danzas se han vuelto
duelo;
16se nos ha caído la
corona de la cabeza:
¡Ay de nosotros, que hemos pecado!
¡Ay de nosotros, que hemos pecado!
17Por eso está enfermo
nuestro corazón
y se nos nublan los ojos,
18porque el Monte
Sión está desolado
y los zorros se pasean
por él.
19pero tú, Señor, eres
rey por siempre,
tu trono dura de edad
en edad.
20¿Por qué te olvidas siempre de nosotros
20¿Por qué te olvidas siempre de nosotros
y nos tienes abandonados
por tanto tiempo?
2lSeñor, tráenos hacia ti para que volvamos,
renueva los tiempos pasados,
2lSeñor, tráenos hacia ti para que volvamos,
renueva los tiempos pasados,
22¿O es que ya nos has
rechazado,
que tu cólera no tiene
medida?
5 La última elegía, llamada
tradicionalmente "oración del profeta Jeremías"; se parece mucho a algunos
salmos, como el 44 y el 74. Reconocen el pecado, alegan argumentos para mover
al Señor y le encomiendan la solución.
5,1 Con el recuerdo
y la mirada de Dios comenzó la liberación del éxodo (Ex 3,7.16; 6,3-6). ¿No podrá
comenzar una nueva etapa semejante? "Afrenta": puede resumir toda la
esclavitud de Egipto (Jos 5,9) y sintetiza la nueva cautividad.
5,2 La heredad es la
tierra prometida; se ha cerrado una era del don divino: Dt 6,11 y Jos 24,13; Jr
32. Si la heredad ha pasado a manos extrañas, habrá quien la rescate: Jr 32.
5,3 Huérfanos y viudas
atraen la protección especial de Dios, según Sal 68,6.
5,4 El agua tiene
aquí un sentido concreto y material (cfr. Dt 2,6; 6,11), lo cual no excluye una
posible resonancia del valor simbólico.
5,5 Transportando
cargas, como antaño en Egipto (Ex 5), materializan el yugo extranjero.
5,6 La mención de
Asiria aquí se debe o a una cita de Jr 2,18, o es cifra para disimular el nombre
de Babilonia. El pacto ya no es para conseguir ayuda militar: cfr. Sal 105,16-18.
5,7 Conviene
recordar la polémica de Ezequiel 18 y el anuncio de Jr 31,29-30. La elegía confiesa
el pecado paterno y el propio (7.16), como el Sal 1 06,6 o Jr 14,20. La culpa paterna
se va acumulando hasta desbordar la posibilidad de perdón, la culpa propia la actualiza
y colma la medida. Véase Bar 3,4.
5,8 Invierte la
promesa de Dt 15,6; véase 1 Sm 17,8s.
5,9 O bien: "vendiéndonos
compramos el pan", o sea, pagamos el alimento con la libertad (Gn 47). Véanse
Jr 6,25 y Dt 28,48.
5,11-14 Se lee una
duplicación de "ancianos y jóvenes": quizá se deba al doble valor, de
edad y función: "senadores y soldados". Para ilustrar los grupos
pueden leerse algunos textos selectos: mujeres (Dt 28,30.32), príncipes (Dt 21,23
Y Jos 10,26), ancianos (Lv 19,32), jóvenes (Jue 16,21; Is 47,2), muchachos (Jos
9,27), concejales (Job 29,7), mozos (Jr 16,9; 25,10).
5,15 Puede aludir al
sábado trágico de 1,7. Véanse Jr 31,4.13; Sal 30,12.
5,16 La "corona":
de los comensales en un banquete (Is 28,1), del rey o jefe (Jr 13, 18); en
sentido metafórico puede describir la ciudad con su muralla almenada (Is 28,3; 62.3).
5,17 Cita de Is 1,5.
5,18 Se cumple lo
anunciado en Jr 9.10; véase también Ez 13,4.
5,19-22 Movimiento
alterno y unitario de súplica y pregunta; la última palabra del poema y del
libro son estos cuatro versos; el acorde final no es de desesperación, sino de súplica.
5,19 Cuando parece
que el trono de David yace derribado. se afirma el trono del Señor, como rey de
Israel y soberano de la historia. Compárese con Sal 72.5; 102.13.
5,20 Si el reinado
de Dios es perpetuo, no lo es la vida humana, los judíos sienten prisa. El que
Dios reine por siempre no ha de justificar que difiera la salvación de su pueblo:
véanse Jr 25.12 y Sal 12.1; 41,10; 74, 19.23.
5,21 El verbo shub-volver,
cambiar, convertirse- señalará el cambio de dirección en la historia. La
atracción del Señor producirá la conversión, la vuelta a él hará volver del destierro.
Es un verbo favorito de Jeremías en sus diversas acepciones:
3.1.7.10.12.14.22;
4.1; 5,3; 31.8.16.17.18.19.21-23. etc.
5,22 El tono
retórico se aclara comparando el verso con Jr 14.19; Jr 33.36; cfr. 31.37.
LAMENTACIONES. CAPÍTULO 4.
41Se ha vuelto pálido el oro, el oro más puro,
están tiradas las piedras
santas por las encrucijadas;
2los nobles vecinos de Sión, que valían su peso en oro,
cuentan como cacharros de loza, labor de alfarero.
3Hasta los chacales dan las ubres para amamantar sus crías;
2los nobles vecinos de Sión, que valían su peso en oro,
cuentan como cacharros de loza, labor de alfarero.
3Hasta los chacales dan las ubres para amamantar sus crías;
en cambio, la capital
fue despiadada como el avestruz del desierto.
4De pura sed, a las criaturas se les pega la lengua al paladar;
4De pura sed, a las criaturas se les pega la lengua al paladar;
los niños piden pan
y nadie se lo da;
5los que comían manjares
exquisitos, desfallecen en la calle;
los que se criaron entre
púrpura, se revuelcan en la basura.
6La culpa de la capital era más grave que el pecado de Sodoma,
6La culpa de la capital era más grave que el pecado de Sodoma,
que fue arrasada en un
momento sin manos humanas.
7Sus príncipes eran más limpios que la nieve,
7Sus príncipes eran más limpios que la nieve,
más blancos que la leche;
eran más rojos que
corales, con venas como zafiros,
8ahora están más negros
que hollín, no se les reconoce en la calle,
sobre los huesos se les arruga la piel, reseca como leña.
sobre los huesos se les arruga la piel, reseca como leña.
9¡Más dichosos los
que murieron a espada que los muertos de hambre!
Aquéllos, apuñalados,
se desangraron;
éstos, por falta de alimento.
éstos, por falta de alimento.
10Las manos de mujeres
delicadas cuecen a sus propios hijos
y se los comen
mientras se derrumba la capital de mi pueblo.
11 El Señor sació su cólera y derramó el incendio de su ira,
prendió un fuego en Sión que devora hasta los cimientos.
12No creían los reyes del mundo ni los habitantes del orbe
11 El Señor sació su cólera y derramó el incendio de su ira,
prendió un fuego en Sión que devora hasta los cimientos.
12No creían los reyes del mundo ni los habitantes del orbe
que el enemigo lograría
entrar por las puertas de Jerusalén.
13Por los pecados de
sus profetas y los crímenes de sus sacerdotes,
que derramaron en medio de ella sangre inocente.
que derramaron en medio de ella sangre inocente.
14Vagaban como ciegos
por las calles, manchados de sangre:
nadie podía tocar sus
vestidos.
15«iAparte -gritaban-,
estoy impuro; aparte, no me toquéis!».
Iban como prófugos o
fugitivos que ya no reciben asilo.
16El Señor mismo los ha dispersado y ya no se ocupa de ellos:
no hay respeto para los sacerdotes,
16El Señor mismo los ha dispersado y ya no se ocupa de ellos:
no hay respeto para los sacerdotes,
no hay compasión para
los ancianos.
17Nuestros ojos se consumen
esperando socorro en vano:
aguardamos vigilantes a un pueblo impotente.
aguardamos vigilantes a un pueblo impotente.
18No podíamos andar
por la calle, porque acechaban nuestros pasos;
se acercaba nuestro fin, el término de nuestros días.
se acercaba nuestro fin, el término de nuestros días.
19Los que nos perseguían
eran más veloces que las águilas del cielo,
nos acosaban por los montes y nos acechaban en el desierto.
20Al ungido del Señor, al que era nuestro aliento,
nos acosaban por los montes y nos acechaban en el desierto.
20Al ungido del Señor, al que era nuestro aliento,
lo cazaron en una trampa,
a aquel de quien
decíamos: «A su sombra
viviremos entre los pueblos».
viviremos entre los pueblos».
21 ¡Goza y disfruta,
capital de Edom, princesa de Us,
que a ti también te llegará la copa:
que a ti también te llegará la copa:
te embriagarás y te desnudarás!
22Está cumplida tu
condena, Sión, no seguirás en el destierro;
examinarán tu culpa, capital de Edom, y aparecerá tu pecado.
examinarán tu culpa, capital de Edom, y aparecerá tu pecado.
4 Ha pasado el
momento culminante de las elegías, en cuanto a imágenes y a reflexión teológica.
Hasta el tamaño decreciente parece indicar un descenso acelerado hacia el final.
La presente elegía
emplea sobre todo el recurso de la enumeración y parece concentrarse en el
momento de máxima confusión. La enumeración hermana y casi confunde a los
vecinos con su ciudad: Jerusalén con sus piedras santas, los nobles, la capital
Sión, niños, nobles, encrucijadas, nazi reos, mujeres, cimientos, puertas, sacerdotes,
ancianos, calles, el Ungido.
4,1 El metal más
precioso, que revestía el camarín del templo, simboliza los valores: cfr. Is 1,20.
Las "piedras": véase Sal 102,15.
4,2 La comparación alfarera recuerda a Jr 18,1-6; 19,10-11; 22,28 Y Sal 31,13.
4,3 La crueldad del
avestruz es imagen proverbial: Job 39,15.
4,4 Sal 137,6. Véase
2,11.
4,6 El castigo
proverbial de Sodoma: Is 1,10; 3,9. Un castigo directamente ejecutado por Dios
se considera más llevadero que el ejecutado por los hombres: 2 Sm 24,14; más temperado
(Sab 12,18), o más breve.
4,7 Los nazireos
eran soldados voluntarios consagrados: Nm 6; Am 2,11; la palabra puede
referirse genéricamente a un grupo selecto: Dt 33,16. Su belleza trae resonancias
del Cantar (Cant 2,10).
4,10 Hay un paralelo
imaginativo entre la crueldad despiadada de la ciudad (3) y la de estas madres
enloquecidas. Vean se 2,20; Dt 28,57; Jr 19,9.
4,11 Ez 5,13. Los
cimientos que él mismo puso: Sal 87,2. Puede leerse la visión de Ez 10.
4,12 Por sus
fortificaciones (2 Cr 26,9; 27,3) Y por la protección divina (Sal 46 y 48).
4,13 La acusación de
sacerdotes y profetas se lee en Jeremías: 2,8-5,31, 6,13; 23,11. Por esos
asesinatos, el enemigo se convierte en vengador de la sangre; véase Ez 22.
4,14-15 La sangre
contamina y los hace intocables, los sacerdotes pervierten radicalmente su
función y tienen que vagar como los leprosos de Lv 13,45. Como ciegos: Is 59,10.
4,16 Quizá haya un
juego en la primera frase, pues hlq puede significar la porción (2,24). Con
otra vocalización se leería: "El Señor es su porción".
4,17 Se refiere a la
falsa confianza en el auxilio de Egipto, denunciada repetidas veces por
Jeremías: 2,18; 37,7; también Is 30,1-5; 31,1-3.
4,18 Véase Ez 7,1-12;
12,21-28. Inútil querer diferir lo inevitable.
4,19 Véanse Dt 28,49;
Jr 4,13.
4,20 Sobre la
captura de Sedecías, véase Jr 39,4-7; 52,9. Son notables los títulos dados al
rey: aliento o respiración, sombra protectora; no es tanto la persona de Sedecías
cuanto su función sagrada.
4,21 Quizá no fuera
prudente mencionar entonces a Babilonia, o había que someterse, siguiendo las
normas de Jeremías. Referirse a Edom no era sospechoso, y el pueblo vecino podía
convertirse en nombre cifrado. Sobre la actitud de Edom véanse Abdías; Sal 137,7;
Ez 25,12; 35; Jr 49,7-22. Sobre la copa del castigo véase Jr 25,15-29.
4,22 La condena
cumplida: como en Is 40,2. Se puede leer en sentido no temporal; es decir, Sión
ya ha recibido entero el castigo, y en adelante comienza su recuperación.
LAMENTACIONES. CAPÍTULO 3.
3 1Yo soy un hombre que ha probado el dolor bajo la
vara de su cólera,
2porque me ha llevado y conducido a las tinieblas y no a la luz;
3está volviendo su mano todo el día contra mí,
2porque me ha llevado y conducido a las tinieblas y no a la luz;
3está volviendo su mano todo el día contra mí,
4Me ha consumido la piel
y la carne y me ha roto los huesos;
5en torno mío ha levantado un cerco de veneno y amargura
5en torno mío ha levantado un cerco de veneno y amargura
6y me ha
confinado en las tinieblas, como a los muertos de antaño.
7Me ha tapiado sin salida cargándome de cadenas;
7Me ha tapiado sin salida cargándome de cadenas;
8 por más que grito: «Socorro», se hace sordo a mi súplica;
9me ha cerrado el paso con sillares, y ha retorcido mis sendas.
9me ha cerrado el paso con sillares, y ha retorcido mis sendas.
10Me está acechando
como un oso o como un león escondido;
11me ha cerrado el
camino para despedazarme y me ha dejado inerte;
12tensa el arco y me hace blanco de sus flechas.
12tensa el arco y me hace blanco de sus flechas.
13Me ha clavado en
las entrañas las flechas de su aljaba:
141a gente se burla
de mí, me saca coplas todo el día;
15me ha saciado de
hieles abrevándome con ajenjo.
16Mis dientes
rechinan mordiendo guijas, y me revuelco en el polvo;
17me han arrancado la paz, y ni me acuerdo de la dicha;
17me han arrancado la paz, y ni me acuerdo de la dicha;
18me digo: «Se me
acabaron las fuerzas y mi esperanza en el Señor».
19Fíjate en mi aflicción y en mi amargura, en la hiel que me envenena;
20no hago más que pensar en ello, y estoy abatido.
19Fíjate en mi aflicción y en mi amargura, en la hiel que me envenena;
20no hago más que pensar en ello, y estoy abatido.
21Pero hay algo que
traigo a la memoria y me da esperanza:
22que la misericordia
del Señor no termina y no se acaba su compasión;
23antes bien, se renuevan cada mañana: ¡qué grande es tu fidelidad!
24«El Señor es mi lote», me digo, y espero en él.
23antes bien, se renuevan cada mañana: ¡qué grande es tu fidelidad!
24«El Señor es mi lote», me digo, y espero en él.
25El Señor es bueno
para los que en él esperan y lo buscan;
26es bueno esperar en silencio la salvación del Señor;
27le irá bien al hombre si carga con el yugo desde joven.
26es bueno esperar en silencio la salvación del Señor;
27le irá bien al hombre si carga con el yugo desde joven.
28Que se esté solo y
callado cuando la desgracia descarga sobre él;
29que pegue la boca al polvo, quizá quede esperanza;
29que pegue la boca al polvo, quizá quede esperanza;
30que entregue la mejilla
al que lo hiere y se sacie de oprobios.
31 Porque el Señor no rechaza para siempre;
31 Porque el Señor no rechaza para siempre;
32aunque aflige, se
compadece con gran misericordia,
33porque no goza
afligiendo o apenando a los hombres.
34Aplastar bajo los pies a todos los prisioneros de la tierra,
34Aplastar bajo los pies a todos los prisioneros de la tierra,
35negar su derecho
al pobre, en presencia del Altísimo,
36defraudar a alguien en un proceso: eso no lo aprueba el Señor
37¿Quién mandó que sucediera si no fue el Señor?,
36defraudar a alguien en un proceso: eso no lo aprueba el Señor
37¿Quién mandó que sucediera si no fue el Señor?,
38¿no es el Señor
quien dispone que suceda el bien y el mal?,
39¿por qué se ha de
quejar de su desgracia el hombre mientras vive?
40-Examinemos y revisemos nuestra conducta y volvamos al Señor,
41Levantemos con las manos el corazón al Dios del cielo:
40-Examinemos y revisemos nuestra conducta y volvamos al Señor,
41Levantemos con las manos el corazón al Dios del cielo:
42nosotros nos hemos
rebelado pecando, y tú no nos has perdonado;
43envuelto en cólera nos has perseguido y matado sin piedad,
43envuelto en cólera nos has perseguido y matado sin piedad,
44te has envuelto en
nubes para que no te alcancen las plegarias;
45nos has hecho el desprecio y el desecho de las gentes.
45nos has hecho el desprecio y el desecho de las gentes.
46Todos nuestros enemigos
se ríen de nosotros;
47nos asaltan terrores
y espantos, desgracias y fracasos,
48Iloramos arroyos de lágrimas por la ruina de la capital.
49Mis ojos se diluyen sin cesar y sin descanso,
48Iloramos arroyos de lágrimas por la ruina de la capital.
49Mis ojos se diluyen sin cesar y sin descanso,
50hasta que el Señor
desde el cielo se asome y me vea;
51me duelen los ojos de llorar por las jóvenes de la ciudad.
51me duelen los ojos de llorar por las jóvenes de la ciudad.
52Los que me odian
sin razón me han dado caza, como a un pájaro;
53me han echado vivo al pozo y me han arrojado piedras;
53me han echado vivo al pozo y me han arrojado piedras;
54se cierran las
aguas sobre mi cabeza, y pienso: «Estoy perdido».
55Invoqué tu nombre, Señor, de lo hondo de la fosa:
55Invoqué tu nombre, Señor, de lo hondo de la fosa:
56Oye mi voz, no cierres
el oído a mis gritos de auxilio;
57 tú te acercaste
cuando te llamé y me dijiste: «No temas».
58Te encargaste de defender mi causa y de salvar mi vida,
58Te encargaste de defender mi causa y de salvar mi vida,
59has visto que padezco
injusticia, juzga mi causa;
60has visto la venganza
que traman contra mí;
61has oído, Señor, cómo
me insultan y traman mi desgracia,
6210 que dicen y piensan contra mi continuamente;
6210 que dicen y piensan contra mi continuamente;
63vigila todos sus movimientos:
soy el objeto de sus sátiras.
64Tú les pagarás, Señor, como merecen sus obras,
64Tú les pagarás, Señor, como merecen sus obras,
651es darás una
mente obcecada y los maldecirás;
66los perseguirás con
ira hasta aniquilarlos bajo el cielo, Señor.
3 Esta elegía forma el centro teológico del libro. En
lugar de la ciudad, como encarnación del pueblo, figura un personaje anónimo, solidario
del dolor y del pecado de los suyos. Esta clave poética unifica el poema, que
tiene menos dramatismo y más reflexión. El poeta parece colocarse en la
situación del profeta Jeremías: burlado, perseguido, encarcelado, condenado a
morir en la mazmorra; sólo que ha sido Dios el autor de tal persecución (1-18).
En su situación desesperada lo anima la esperanza, al principio como una
extraña iluminación, que después consigue razonar proponiendo el principio de
la aceptación no violenta (19-39), del sufrimiento como castigo y como paso a
la conversión.
Retorna el dolor y
la conciencia de su situación desesperada (46-54), pero esta vez el recuerdo de
una liberación y una promesa lo conducen a la súplica por sí y contra los enemigos
(55-66).
Como se ve, domina
el estilo y los motivos literarios de la súplica que pronuncia el inocente
injustamente perseguido; todo ello aparece traspuesto a una situación como la del
profeta Jeremías. Esto permite un avance: en la aceptación solidaria del sufrimiento
y sus consecuencias, aunque no haya pecado personal correspondiente, y en el
buscar sentido a ese dolor. Este capítulo puede haber inspirado o influido en
la teología y espiritualidad de Is 50 y 53.
3,1 "Hombre":
en hebreo geber, que sugiere lo vigoroso y varonil, la hombría. La có1era
de Dios le ha alcanzado indirectamente, es decir, a través de su vinculación y su
actividad entre los culpables.
3,2 Los verbos
suelen indicar el cuidado solícito de Dios, especialmente como gula en el
desierto. El orante retuerce su sentido. La oscuridad de la mazmorra tiene
valor simbólico (Is 8,22-47,5; 59,9).
3,4 El castigo
alcanza hasta el propio cuerpo (cfr. Job 2,4-5) y penetra hasta los huesos (Jr
37,15; cfr. Miq 3,2s).
3,5 El final del
verso es dudoso.
3,6 Se vuelve
inexorable la presencia de la oscuridad, presentimiento de la muerte: Job 16,16
y Sab 17,21; Sa188,7.
3,8 En el contexto
próximo es un grito individual. En el contexto global, es una voz que clama en
nombre de todos y por todos.
3,9 Una magnífica cárcel de sillares y un laberinto para perderse: para el profeta que tenía que liberar y guiar.
3,10-11 Imagen de la
fiera, ya usada por los profetas (Os 13,7; Am 5,19, Prov 28,15). El Dios
escondido se escondía al acecho de su profeta, atrayéndolo a un extraño destino.
3,12-13 De la fiera
pasa a la imagen correlativa del cazador (Job 6,4; 16,14). Esta imagen es
incluso más brutal, porque supone más conciencia y menos instinto, como en un deporte
cruel o en la guerra.
3,14 Jr 20,7; Sal 31,12;
35,16; 44,14s; 69,13.
3,15 Según Jr 9,14; 23,15,
ese castigo estaba destinado al pueblo. Las suertes de pueblo y profeta se
funden.
3,16 Véase Prov
20,17.
3,18 El tema de la
esperanza está articulado en tres finales de estrofa: 18.21.24: el poeta siente
la desesperanza, lucha contra ella con sólidas afirmaciones; aunque torne la
duda, se niega a rendirse.
3,19-21 Bajo el signo
del recuerdo. El deDios inducirá compasión. El del hombre, primero abate, luego
reanima (cfr. Sal 77).
3,22-23 Apela a
cualidades clásicas de Dios, recitadas en la plegaria y acreditadas en la
historia: más allá del pecado y del castigo se extiende el arco de la lealtad, capaz
de abarcarlo todo y fundar una esperanza. Con un particular, la capacidad de
renovarse día a íia en nuevas manifestaciones; así la esperanza se abre a la
novedad: es posible esperar lo inesperado.
3,24 Fórmula tradicional
de sacerdotes y orantes: Nm 18,20; Sal 16,5; 73,26; 119,57. El lote o porción,
fragmento de una posesión total; tener como lote al Señor es poseer una plenitud,
es compartir sin partir. Esto lo dice el personaje en un momento en que se ha perdido
todo, abierto a una inmensidad que siente por dentro: véase Jr 32.
3,25-26 La bondad de
Dios (Sal 73,28; 34,9) justifica la actitud de sumisión y no violencia; tal
mensaje adquirió una urgencia decisiva en tiempos de Jeremías, respecto a sí
frente a la persecución y respecto al pueblo frente a la invasión.
3,27 Por eso con
toda lógica sigue este enunciado paradójico: a la bondad de Dios responde la
bondad o conveniencia de soportar el yugo. Como en Jeremías: yugo de la sumisión
al Señor (2,20; 5,5), Y sumisión al dominio babilonio (27,8; 28,4.11.14 Y 30,8).
También en el texto presente es el yugo de la ley del Señor y el yugo del
sufrimiento en la vida y en la historia, tanto inmerecido como merecido.
3,28-30 Sufrir en
silencio y con esperanza fue la suerte de Jeremías. Estos versos apuran la
actitud y así preparan la figura del siervo paciente, que ni ante el tribunal
abre la boca: Is 50,6 y 53,7.
3,31-33 Sigue la
sugestiva alternancia de estrofas: la compasión (31-33), la culpa (34-36), el
sufrimiento resignado y esperanzado (37-39), la penitencia (40-42). "Para siempre":
hasta la cuarta generación según Ex 34,7; cfr. Sal 103,8s. "No goza":
refutación o corrección de Dt 28,63. Véanse también Is 49,15, 51,6; 54,8; Ez 18,23,
y Sab 11,24-27.
3,34-36 Los delitos.
El v. 34 sintetiza la crueldad de la guerra. Los otros son pecados de injusticia.
Es la injusticia lo que desata la cólera y el castigo de Dios. La expresión
final se puede interpretar como interrogativa retórica, "¿no lo ve el
Señor?" o con valor modal (como en castellano "no lo uede ver").
3,37-38 Es la doctrina de Am 3,6 e Is 45,7. Véanse también expresiones parecidas en Sal 33,9; Is 41,2-3; Sof 1,12.
3,39 El sentido es
ambiguo. Se puede tomar como pregunta y respuesta, como doble pregunta. El
adjetivo "vivo" con énfasis particular: si su delito tenía pena de
muerte y lo han dejado con vida, ¿por qué se queja de la pena que cumple?
3,40-41 Es como una
respuesta no del todo tardía a la predicación de Jeremías: 3,7.10.14.22; 4,1; 8,4-5.
La conversión es una vuelta y una elevación cuyo término es el Señor (véanse
Sal 25,1; 86,4; 143,8).
3,42 Véanse Jr
5,9.29; 9,8.
3,43-44 No es la
nube benéfica del desierto, sino nube de tormenta que va a descargar, nube que
no atraviesan las súplicas (cfr. Eclo 35,21).
3,46 Como 2,16.
3,48 1,16; 2,11; Jr
9,1.18.
3,50 Véanse Dt 26,15;
Is 63,15; Sal 14,2; 102,20.
3,51 Las jóvenes
pueden ser las aldeas próximas y sufragáneas de la capital.
3,52 La imagen
cinegética es frecuente.
3,53-54 Descripción libre de la condena de Jeremías, 38,6. Véanse también Sal 69,2- 3; 88,5-8.
3,55-56 De una
muerte segura libró el Señor a Jeremías, por medio de Ebedmélec (Jr 38). Este
último fragmento se podría leer como alteración cronológica: en 55-58 resume la
súplica, respuesta y liberación, en 59-66 da el texto de la oración
pronunciada, según dice el v. 56.
3,55 Sal 88,14; 130,1-2.
3,57 Palabra dirigida
a Jeremías en su vocación y después: 1,8; 30,10; 42,11; 46,27-28.
3,58 Expresión de la
plegaria (Sal 35,1) que tuvo su aplicación en la vida de Jeremías, encausado
por sus enemigos (26,7-24). "Rescatar" es verbo técnico: Jr 31,11 y frecuente
en Isaías Segundo.
3,60 Jr 11,19.
3,63 Is 37,28-29
referido a Senaquerib.
3,64 Véanse Jr 11,20.
3,66 Véase Jr 18,21-23.
LAMENTACIONES. CAPÍTULO 2.
2-1¡Ay, el Señor nubló con su cólera a la capital,
Sión!
Desde el cielo
arrojó por tierra la gloria de Israel,
y el día de su
cólera se olvidó del estrado de sus pies.
2El Señor destruyó sin
compasión todas las moradas de Jacob,
con su indignación demolió las plazas fuertes de Judá,
derribó por tierra, deshonrados, al rey y a los príncipes.
3Encendido en ira tronchó el vigor de Israel;
con su indignación demolió las plazas fuertes de Judá,
derribó por tierra, deshonrados, al rey y a los príncipes.
3Encendido en ira tronchó el vigor de Israel;
al llegar el enemigo,
se guardó la diestra a la espalda,
y prendieron las
llamas en Jacob, consumiendo todo alrededor.
4Como un enemigo, tendió el arco, aplicó la diestra
4Como un enemigo, tendió el arco, aplicó la diestra
y dio muerte, enemistado,
a la flor de la juventud,
y en las tiendas de Sión
derramó como fuego su furor.
5El Señor se portó como enemigo, destruyendo a Israel:
derribó todos sus palacios, arrasó sus plazas fuertes,
5El Señor se portó como enemigo, destruyendo a Israel:
derribó todos sus palacios, arrasó sus plazas fuertes,
y en la capital de
Judá multiplicó duelos y lamentos.
6Como un salteador, destruyó
la tienda, arrasó el lugar de la asamblea,
el Señor dio al olvido en Sión sábado y fiestas,
el Señor dio al olvido en Sión sábado y fiestas,
indignado y furioso
rechazó al rey y al sacerdote.
7El Señor repudió su
altar, desechó su santuario,
entregó en manos enemigas
los muros de sus palacios;
y gritaban en el templo
del Señor, como en día de fiesta.
8El Señor determinó arrasar las murallas de Sión:
8El Señor determinó arrasar las murallas de Sión:
tendió la plomada y
no retiró la mano que derribaba;
muros y baluartes se lamentaban al desmoronarse juntos.
9Hundió en la tierra las puertas, rompió los cerrojos.
muros y baluartes se lamentaban al desmoronarse juntos.
9Hundió en la tierra las puertas, rompió los cerrojos.
Rey y príncipes estaban
entre los gentiles. No había ley.
y los profetas ya no recibían visiones del Señor.
y los profetas ya no recibían visiones del Señor.
10Los ancianos de Sión
se sientan en el suelo silenciosos,
se echan polvo en la cabeza y se visten de sayal;
se echan polvo en la cabeza y se visten de sayal;
las doncellas de Jerusalén
humillan hasta el suelo la cabeza.
11 Se consumen en lágrimas
mis ojos, de amargura mis entrañas,
se derrama por tierra mi hiel,
se derrama por tierra mi hiel,
por la ruina de la capital
de mi pueblo,
muchachos y niños de
pecho desfallecen por las calles de la ciudad.
12Preguntaban a sus madres: ¿dónde hay pan y vino?,
12Preguntaban a sus madres: ¿dónde hay pan y vino?,
mientras desfallecían,
como los heridos,
por las calles de la
ciudad,
mientras expiraban en
brazos de sus madres.
13¿Quién se te iguala,
quién se te asemeja, ciudad de Jerusalén?,
¿a quién te compararé, para consolarte, Sión, la doncella?
Inmensa como el mar es tu desgracia: ¿quién podrá curarte?
14Tus profetas te ofrecían visiones falsas y engañosas;
¿a quién te compararé, para consolarte, Sión, la doncella?
Inmensa como el mar es tu desgracia: ¿quién podrá curarte?
14Tus profetas te ofrecían visiones falsas y engañosas;
y no te denunciaban tus
culpas para cambiar tu suerte,
sino que te anunciaban visiones falsas y seductoras.
15Los que van por el camino se frotan las manos al verte,
silban y menean la cabeza contra la ciudad de Jerusalén:
sino que te anunciaban visiones falsas y seductoras.
15Los que van por el camino se frotan las manos al verte,
silban y menean la cabeza contra la ciudad de Jerusalén:
«¿Es ésta la ciudad
más hermosa, la alegría de toda la tierra?»,
16Se burlaron a carcajadas de ti todos tus enemigos,
16Se burlaron a carcajadas de ti todos tus enemigos,
silbaron y rechinaron
los dientes diciendo: «La hemos arrasado;
éste es el día que esperábamos:
éste es el día que esperábamos:
lo hemos conseguido
y lo estamos viendo».
17El Señor ha realizado
su designio, ha cumplido la palabra
que había pronunciado
hace tiempo: ha destruido sin compasión;
ha exaltado el poder del adversario,
ha exaltado el poder del adversario,
ha dado al enemigo el
gozo de la victoria.
18Grita con toda el
alma al Señor; laméntate, Sión,
derrama torrentes de
lágrimas, de día y de noche,
no te concedas reposo,
no descansen tus ojos.
19Levántate y grita de noche, al relevo de la guardia,
derrama como agua tu corazón en presencia del Señor,
19Levántate y grita de noche, al relevo de la guardia,
derrama como agua tu corazón en presencia del Señor,
levanta hacia él las
manos, por la vida de tus niños
(desfallecidos de hambre en las encrucijadas):
(desfallecidos de hambre en las encrucijadas):
20«Mira, Señor, fíjate:
¿a quién has tratado así?
¿Cuándo las mujeres se han comido a sus hijos,
a sus hijos tiernos?
¿Cuándo las mujeres se han comido a sus hijos,
a sus hijos tiernos?
¿Cuándo han asesinado
en el templo del Señor
a sacerdotes y profetas?
a sacerdotes y profetas?
21 »Se tienden en el
suelo de las calles muchachos y ancianos,
mis jóvenes y mis doncellas cayeron a filo de espada;
mis jóvenes y mis doncellas cayeron a filo de espada;
el día de tu ira diste
muerte, mataste sin compasión.
22»Convocaste, como para una fiesta, terrores que me cercan:
el día de tu ira nadie pudo salvarse ni escapar.
22»Convocaste, como para una fiesta, terrores que me cercan:
el día de tu ira nadie pudo salvarse ni escapar.
A los que yo crié y alimenté
los aniquiló el enemigo».
2 La nueva elegía
hace entrar con toda fuerza al Señor como protagonista: su acción se va
desplegando por enumeración de partes materiales de la ciudad o de grupos de vecinos.
Puede compararse con el Salmo 79. En la estrofa 18 sucede un cambio: el poeta sigue
apostrofando, pero invita a la ciudad a dirigirse al Señor y le dicta las
palabras de su lamentación (20-22). Si Dios (no tanto el enemigo) es el autor
de la desgracia, a él hay que dirigirse para conmoverlo. Esta elegía conserva
la misma situación lírico-dramática de la precedente: los rasgos trágicos son
vigorosos, están vistos con participación intensa y se reclama la misma mirada
y actitud del Señor. Es como pedirle que vuelva en sí, que se fije en lo que ha
hecho (20), como si la esposa recriminase modestamente al marido. Es un final
de gran fuerza dramática, una plegaria audaz y confiada.
2,1 En el templo
habitaba la gloria del Señor como un esplendor recogido; arca y templo eran el
solio donde apoyaba los pies (1 Cr 28,2; Sal 99,5; Ez 43,7). Ahora su cólera ha
venido como nube de tormenta que entenebrece el recinto y se dispone a
descargar.
2,2 Sin compasión: Ez
9,5.10. Demolió: Sal 79,13. Profanó: Is 43,28. La humillación del rey, dado su
carácter sagrado, es una profanación; es decir, Dios mismo rechaza la consagración
y deja que lo traten como a un cualquiera.
2,3 La imagen del
fuego, que brota al estallar la ira, puede aludir al rayo (1,3) y al incendio
aplicado por el enemigo (2 Re 25,9; Ez 9). "Vigor" es en hebreo "cuerno":
véase Sal 75. La "diestra", es decir, la mano que tradicionalmente
extendió para liberar o defender a su pueblo (Ex 15,6; cfr. Sal 74,11).
2,4 La imagen de
Dios guerrero es tradicional. Lo terrible es que el Señor abandona la
inactividad y actúa, pasándose al enemigo. (Jr 21,5). La tienda de Sion es el
templo.
2,6 "Salteador":
corrigiendo el hebreo, que dice "huerto". Llamando al templo "su
Choza", evoca la fiesta más alegre del año; con el término
"asamblea" evoca la ''tienda del encuentro", o sea, de la cita
con Dios (Ex 29; 33-34 etc.). Junto al rey el sumo sacerdote; la doble potestad
sagrada del pueblo.
2,7 Entregar al
enemigo es acto del poder soberano. Ahora son los enemigos los que celebran una
fiesta macabra en el templo (Sal 74,4). Los "palacios" de la capital:
Sal 122,7.
2,8 La imagen tiene
la fuerza de la inversión: el Señor es un arquitecto que primero planea, después
empuña la plomada y la aplica ... , para derribar (Is 34,11). Al derrumbarse, las
murallas se animan con sentimientos humanos.
2,9 Con la caída del
templo caen otras instituciones (véase Jr 18,18): el gobierno está desterrado.
Según Jr 18,18, la ley o instrucción la administra el sacerdote; según Dt 18,15,
Dios suscitará profetas. Como el templo está destruido tampoco les queda el culto.
El autor no cuenta con Jeremías ni con Ezequiel: es el silencio de Dios en la historia.
2,10 Gestos de duelo:
pueden verse Job 2,8.12; Is 3,2s; 47,1; Ez 27,30; Jr 4,8, etc. La tierra
(suelo) como plano de humillación recurre en el capítulo: 1 b.2c.9a.1 Oac.11 b.
21 a.
2,11 Job 16,14.
2,12 Es una de las
escenas más patéticas de la serie.
2,13 El poeta busca
en vano comparaciones: ¿aliviará el dolor el sentirse en compañía de otros que
sufren? Aun ese consuelo menguado es imposible. El mar como imagen de
inmensidad: Is 11,9.
2,14 En esta estrofa
se adensa el recuerdo de Jeremías: su polémica con los falsos profetas (5,31; 23,13-32;
27-28; 29,8-9), la referencia a los oráculos (23,33-40), su expresión "cambiar
la suerte" (32,44-33,7). Lo que no lograron hacer los profetas lo quiere conseguir
el poeta conduciendo al pueblo por el llanto a la conversión.
2,15 Las expresiones
irónicas se encuentran en Sal 48,1; 50,2; Ez 16,14; 27,3; 28,12. "Frotarse
las manos" es traducción idiomática del aplaudir por burla (Job 27,23; 34,37).
2,16 Sal 34,16.21.25.
Los verbos en primera persona acumulados subrayan con la rima el canto de
triunfo.
2,17 La vieja
amenaza puede referirse a Lv 26 o Dt 28 (si son anteriores), y a repetidos
oráculos de Jeremías (no tan remotos). Destruir es uno de los verbos
programáticos de Jeremías: 1,10; 24,6; 31,28; 42,10; 45,4; lo grave es que en
el profeta suele ir acompañado de un verbo opuesto de promesa, mientras que aquí va reforzado por la negación adverbial.
2,18 El texto hebreo
del primer verso es dudoso; admitimos las correcciones comúnmente aceptadas. Para
valorar la imagen hay que tener en cuenta que en hebreo la misma palabra
significa ojo y fuente. Véanse Sal 77, 3 y 42,4, también Jr 13,17; 14,17. Pupila
(= niña): "niña del ojo", como en hebreo.
2,19 La visión de
los hijos en brazos de las madres conduce a la imagen de la ciudad como madre
que ha de interceder por sus hijos. Un verso advenedizo se ha introducido al
final de la estrofa: "desfallecidos de hambre en los cruces de las
calles".
2,20 La escena
macabra se anuncia en Lv 26,29; Dt 28,53 Y Jr 19,9; se narra en 2 Re 6,28-30.
2,21 La ira empuña
la espada y provoca la muerte. Sólo que el agente es el Señor.
2,22 Retorna el tema
de las fiestas (6.7) Los caminos desiertos (1,4) se han poblado, los que acuden
ya rodean la ciudad ... : son terrores personificados convocados por Dios mismo.
La expresión se lee en Sal 31,14 Y la repite Jeremías (6,25; 20,3.4.10; 46,5; 49,29).
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