41Se ha vuelto pálido el oro, el oro más puro,
están tiradas las piedras
santas por las encrucijadas;
2los nobles vecinos de Sión, que valían su peso en oro,
cuentan como cacharros de loza, labor de alfarero.
3Hasta los chacales dan las ubres para amamantar sus crías;
2los nobles vecinos de Sión, que valían su peso en oro,
cuentan como cacharros de loza, labor de alfarero.
3Hasta los chacales dan las ubres para amamantar sus crías;
en cambio, la capital
fue despiadada como el avestruz del desierto.
4De pura sed, a las criaturas se les pega la lengua al paladar;
4De pura sed, a las criaturas se les pega la lengua al paladar;
los niños piden pan
y nadie se lo da;
5los que comían manjares
exquisitos, desfallecen en la calle;
los que se criaron entre
púrpura, se revuelcan en la basura.
6La culpa de la capital era más grave que el pecado de Sodoma,
6La culpa de la capital era más grave que el pecado de Sodoma,
que fue arrasada en un
momento sin manos humanas.
7Sus príncipes eran más limpios que la nieve,
7Sus príncipes eran más limpios que la nieve,
más blancos que la leche;
eran más rojos que
corales, con venas como zafiros,
8ahora están más negros
que hollín, no se les reconoce en la calle,
sobre los huesos se les arruga la piel, reseca como leña.
sobre los huesos se les arruga la piel, reseca como leña.
9¡Más dichosos los
que murieron a espada que los muertos de hambre!
Aquéllos, apuñalados,
se desangraron;
éstos, por falta de alimento.
éstos, por falta de alimento.
10Las manos de mujeres
delicadas cuecen a sus propios hijos
y se los comen
mientras se derrumba la capital de mi pueblo.
11 El Señor sació su cólera y derramó el incendio de su ira,
prendió un fuego en Sión que devora hasta los cimientos.
12No creían los reyes del mundo ni los habitantes del orbe
11 El Señor sació su cólera y derramó el incendio de su ira,
prendió un fuego en Sión que devora hasta los cimientos.
12No creían los reyes del mundo ni los habitantes del orbe
que el enemigo lograría
entrar por las puertas de Jerusalén.
13Por los pecados de
sus profetas y los crímenes de sus sacerdotes,
que derramaron en medio de ella sangre inocente.
que derramaron en medio de ella sangre inocente.
14Vagaban como ciegos
por las calles, manchados de sangre:
nadie podía tocar sus
vestidos.
15«iAparte -gritaban-,
estoy impuro; aparte, no me toquéis!».
Iban como prófugos o
fugitivos que ya no reciben asilo.
16El Señor mismo los ha dispersado y ya no se ocupa de ellos:
no hay respeto para los sacerdotes,
16El Señor mismo los ha dispersado y ya no se ocupa de ellos:
no hay respeto para los sacerdotes,
no hay compasión para
los ancianos.
17Nuestros ojos se consumen
esperando socorro en vano:
aguardamos vigilantes a un pueblo impotente.
aguardamos vigilantes a un pueblo impotente.
18No podíamos andar
por la calle, porque acechaban nuestros pasos;
se acercaba nuestro fin, el término de nuestros días.
se acercaba nuestro fin, el término de nuestros días.
19Los que nos perseguían
eran más veloces que las águilas del cielo,
nos acosaban por los montes y nos acechaban en el desierto.
20Al ungido del Señor, al que era nuestro aliento,
nos acosaban por los montes y nos acechaban en el desierto.
20Al ungido del Señor, al que era nuestro aliento,
lo cazaron en una trampa,
a aquel de quien
decíamos: «A su sombra
viviremos entre los pueblos».
viviremos entre los pueblos».
21 ¡Goza y disfruta,
capital de Edom, princesa de Us,
que a ti también te llegará la copa:
que a ti también te llegará la copa:
te embriagarás y te desnudarás!
22Está cumplida tu
condena, Sión, no seguirás en el destierro;
examinarán tu culpa, capital de Edom, y aparecerá tu pecado.
examinarán tu culpa, capital de Edom, y aparecerá tu pecado.
4 Ha pasado el
momento culminante de las elegías, en cuanto a imágenes y a reflexión teológica.
Hasta el tamaño decreciente parece indicar un descenso acelerado hacia el final.
La presente elegía
emplea sobre todo el recurso de la enumeración y parece concentrarse en el
momento de máxima confusión. La enumeración hermana y casi confunde a los
vecinos con su ciudad: Jerusalén con sus piedras santas, los nobles, la capital
Sión, niños, nobles, encrucijadas, nazi reos, mujeres, cimientos, puertas, sacerdotes,
ancianos, calles, el Ungido.
4,1 El metal más
precioso, que revestía el camarín del templo, simboliza los valores: cfr. Is 1,20.
Las "piedras": véase Sal 102,15.
4,2 La comparación alfarera recuerda a Jr 18,1-6; 19,10-11; 22,28 Y Sal 31,13.
4,3 La crueldad del
avestruz es imagen proverbial: Job 39,15.
4,4 Sal 137,6. Véase
2,11.
4,6 El castigo
proverbial de Sodoma: Is 1,10; 3,9. Un castigo directamente ejecutado por Dios
se considera más llevadero que el ejecutado por los hombres: 2 Sm 24,14; más temperado
(Sab 12,18), o más breve.
4,7 Los nazireos
eran soldados voluntarios consagrados: Nm 6; Am 2,11; la palabra puede
referirse genéricamente a un grupo selecto: Dt 33,16. Su belleza trae resonancias
del Cantar (Cant 2,10).
4,10 Hay un paralelo
imaginativo entre la crueldad despiadada de la ciudad (3) y la de estas madres
enloquecidas. Vean se 2,20; Dt 28,57; Jr 19,9.
4,11 Ez 5,13. Los
cimientos que él mismo puso: Sal 87,2. Puede leerse la visión de Ez 10.
4,12 Por sus
fortificaciones (2 Cr 26,9; 27,3) Y por la protección divina (Sal 46 y 48).
4,13 La acusación de
sacerdotes y profetas se lee en Jeremías: 2,8-5,31, 6,13; 23,11. Por esos
asesinatos, el enemigo se convierte en vengador de la sangre; véase Ez 22.
4,14-15 La sangre
contamina y los hace intocables, los sacerdotes pervierten radicalmente su
función y tienen que vagar como los leprosos de Lv 13,45. Como ciegos: Is 59,10.
4,16 Quizá haya un
juego en la primera frase, pues hlq puede significar la porción (2,24). Con
otra vocalización se leería: "El Señor es su porción".
4,17 Se refiere a la
falsa confianza en el auxilio de Egipto, denunciada repetidas veces por
Jeremías: 2,18; 37,7; también Is 30,1-5; 31,1-3.
4,18 Véase Ez 7,1-12;
12,21-28. Inútil querer diferir lo inevitable.
4,19 Véanse Dt 28,49;
Jr 4,13.
4,20 Sobre la
captura de Sedecías, véase Jr 39,4-7; 52,9. Son notables los títulos dados al
rey: aliento o respiración, sombra protectora; no es tanto la persona de Sedecías
cuanto su función sagrada.
4,21 Quizá no fuera
prudente mencionar entonces a Babilonia, o había que someterse, siguiendo las
normas de Jeremías. Referirse a Edom no era sospechoso, y el pueblo vecino podía
convertirse en nombre cifrado. Sobre la actitud de Edom véanse Abdías; Sal 137,7;
Ez 25,12; 35; Jr 49,7-22. Sobre la copa del castigo véase Jr 25,15-29.
4,22 La condena
cumplida: como en Is 40,2. Se puede leer en sentido no temporal; es decir, Sión
ya ha recibido entero el castigo, y en adelante comienza su recuperación.
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